Bienvenidas

Recientemente el Museo Reina Sofia ha restaurado el cuadro de la pintora Angeles Santos (Portbou, 1911 – Madrid, 2013) Un mundo_1929 y, más importante todavía, lo ha recolocado. A pesar de su tamaño, la obra pasaba desapercibida porque durante muchos años el museo la tuvo colgada en un espacio de tránsito, difícil de reparar en él incluso para los asiduos. El Reina adquirió esta obra, incorporándola a su colección en 1992, pero solo ahora le ha dado el lugar que le corresponde, instalándola en una sala -la 207-, contextualizada junto a otras obras de la misma autora, como su magnífica tela titulada Tertulia, del mismo año, o algunas obras de Remedios Varo, Maruja Mallo y Dalí, entre otros, con los que guarda relación.

Es un lienzo impresionante por su estilo, temática, color, y dimensiones (3x3metros), que fue presentado por la artista en el Salón de Otoño, provocando un gran impacto entre el público, entre ellos, en el crítico Ramón Gómez de la Serna, que fue a conocerla personalmente a su casa paterna de Valladolid. En su artículo, el escritor recoge el sentimiento de ahogo de la joven artista -ensimismada, dulce, distante y enigmática, a decir de algunos contemporáneos- y sus ansias de libertad.

Educada en colegios de monjas en Sevilla y Valladolid, donde estuvo interna, en esos colegios zafios, en que las monjas rusticanas, sin grado, lejanas al mundo, sordas y ciegas para él, preparan a las niñas precisamente para que entren en ese mundo que desconocen.

Angelita Santos -como la prensa de la época la llamaba- tenía entonces 17 años y pintaba desde Valladolid, lejos por tanto de los círculos de la vanguardia, en la que desde luego se incluye su obra. Cubismo, realismo mágico, poética surrealista o Nueva objetividad, son algunas de las vanguardias europeas del momento aplicables a la obra de Angeles Santos de estos años.

«Esta tarde me marcho a un largo paseo…Me bañaré en un río con los vestidos puestos —¡qué contenta estoy de dejar, por fin, el baño civilizado en bañeras blancas!—, y después me iré por el campo, huyendo de que me quieran convertir en un animal casero.»

En efecto. Angeles se bañó en el río, se escondió en los campos, y poco después su padre la encontraba y la llevaba a un manicomio de Madrid, nos cuenta Gomez de la Serna.

Después de este castigo paterno, de esta prisión, Angeles Santos siguió pintando, pero ya nada sería igual. Falleció con 101 años.

La triste historia de Angeles Santos, mucho más frecuente de lo que pensamos en el ámbito de las mujeres artistas, me recordó a la de Kusama. El documental Kusama: Infinity, que firma Heather Lenz (2018) habla sobre la vida y obra de la artista japonesa Yayoi Kusama (Matsumoto, 1929). Muy conocida, no solo por sus intensas imágenes en las que se mimetiza con su obra, sino también por ser la artista viva más cotizada del mundo, Kusama es un artista tenaz que sigue produciendo obra hoy, a sus 91 años, desde un hospital psiquiátrico.

La película, con entrevistas intimas a la artista, reconstruye su carrera explorando su trabajo y el modo en el que enfrentó las adversidades de su vida como artista, primero en los EEUU, pocos años después de acabada la Segunda Guerra Mundial, y más tarde en su propio país, garante de la cultura patriarcal como pocos.

Su visión obsesiva de puntos y redes, así como espacios que se reflejan en espejos hacia el infinito, parecen explicarse por sus traumas infantiles, tanto en el ámbito familiar, como por lo vivido durante de la Guerra. Aunque Kusama reside en un hospital psiquiátrico desde hace cuatro décadas por voluntad propia, no como Santos, el documental nos induce a establecer una relación entre su trastorno obsesivo compulsivo y su condición de mujer artista oriental.

Las historias de estas dos artistas, hijas del siglo XX, me hizo pensar en lo cerca que en realidad estaban de sus colegas del siglo XIX, que ahora El Prado ha recogido en la polémica exposición Invitadas. Polémica porque, siendo de agradecer la iniciativa del Prado de desempolvar y restaurar las obras de las mujeres artistas que atesora en sus almacenes, la exposición es deprimente. El comisario ha escogido plantear la muestra en dos partes, en la primera, aborda la imagen que el artista tiene de la mujer del 1800 (desnudas-que no desnudos- prostitutas, provocadoras, etc), en la segunda, recoge el supuesto panorama de la mujer creadora en el periodo 1833-1931. De modo que si en la primera parte se esfuerza por dar ejemplos de la lamentable imagen de mujer decimonónica, en la segunda, que podría haber sido luminosa porque está dedicada a las creadoras, abunda en el pozo de la desolación. Como dice Marián López Fdz. Cao-Catedrática en la UCM- en su artículo No es el museo sino el siglo XIX

Mezclar ambos temas (…) no sólo hace difícil el relato a favor del protagonismo de las mujeres creadoras sino, más bien, parece justificar su inexistencia y reafirmarse en su ausencia. Peligroso mensaje, museo del Prado (…)

En otro momento sigue Marian

(…) Aquellas que consiguieron zafarse de su destino, desafiarlo y construir su propio camino. Pero la exposición no sólo no lo consigue sino que dudo que siquiera lo pretendiera. Queda subsumida por la primera parte, los sueños de los hombres. 

Invitar es recibir a alguien en nuestro entorno, ajeno por tanto a él, y esto es lo que ha hecho el Prado (no olvidemos que la exposición es con obras de su colección), recordarnos que las artistas son invitadas, que no forman parte del museo de pleno derecho. Cuánto mejor no hubiera sido titular la exposición Bienvenidas, como ha propuesto Marian, lo que hubiera cambiado radicalmente el punto de partida y el enfoque general de la muestra.

En estos días se ha escrito mucho sobre esta exposición, tanto en foros académicos y críticos como en Prensa. Como miembro de MAV-Mujeres en las Artes Visuales, he seguido de cerca este apasionante debate leyendo con verdadero placer los artículos que muchas profesionales han escrito de manera rigurosa, documentada, solida, al tiempo que contundente, sobre esta exposición. La propia MAV ha hecho un comunicado sobre ella. Para el que le interese profundizar en el debate, os dejo el enlace a esos artículos https://mav.org.es/debatelasinvitadasprado/ así como el Comunicado de MAV.

Con todo, hay que agradecer al Prado que haya realizado esta exposición y tener así ocasión de abrir estos debates necesarios.

Algo se está moviendo en nuestro país en la buena dirección.