Atípica pareja

Hace unas semanas leí un artículo en el que se hacía referencia a la corta, pero intensa, relación sentimental que tuvieron Miguel Hernández (1910-1942) y Maruja Mallo (1902-1995). Sin conocer a fondo sus vidas-más allá del cariño y familiaridad que los murcianos sentimos por el de Orihuela-, desde el principio me resultó una pareja muy peculiar. Encendida mi curiosidad más morbosa, me puse la tarea de leer la biografía de ambos. Hay varias, y muchos estudios sobre ellos, más sobre Miguel Hernández, desde luego. He escogido la que José Luis Ferris publicó en 2016, Miguel Hernández. Pasiones, cárcel y muerte de un poeta. Sobre Maruja Mallo, la biografía de Shirley Mangini, de 2012.

Miguel Hernández llega a Madrid en febrero de 1935, es su cuarto viaje a la capital. Ya se ha producido su gran trasformación desde un pensamiento cercano al ascetismo cristiano, muy influido por Ramón Sijé -falangista militante, católico atormentado y obsesivo-, al izquierdista republicano que sería el resto de su vida. La amistad con Pablo Neruda, cónsul de Chile en España, es su mayor valedora en la ciudad. Será en casa de éste dónde tenga lugar el encuentro determinante entre Miguel y Maruja, aunque a finales del año anterior Miguel ya había entrado en contacto con el pintor Benjamín Palencia y el resto de los artistas de la Escuela de Vallecas, entre los que se encontraba Maruja Mallo.

Maruja era por entonces una pintora reconocida e integrada entre los intelectuales de vanguardia, había estudiado Bellas Artes en la Real Academia de San Fernando y, tras exponer en los salones de la Revista de Occidente invitada por Ortega y Gasset en 1929, y pasar dos años en París pensionada por la República, su nombre se pronunciaba en el Madrid cultural con gran admiración. Autoafirmaba y ejercía su libertad con una mezcla entre exhibicionismo -del personaje que estaba creando de sí misma-, y una enorme discreción sobre su vida personal e íntima.

La atracción entre Miguel y Maruja parece uno de esos casos en los que el antagonismo actúa de catalizador. Ella era una mujer moderna, provocadora y de personalidad excéntrica, él ingenuo y autentico, como pan recién salido del horno, era el poeta-pastor de Orihuela, al que llamaban “el pelao”, por su obsesiva costumbre de llevar el pelo muy corto, con ojos de profundo azul destacando en un rostro moreno, de arcilla pura que diría Aleixandre. Su varonil desaliño, incluso su tosquedad, vestido con pantalones de pana y alpargatas, su franca heterosexualidad, debió gustar a Maruja Mallo, tal vez por contraste con el refinamiento ambiguo de los que la rodeaban: Rafael Alberti, Federico Garcia Lorca, Salvador Dalí…Miguel Hernández tenía 24 años, Maruja Mallo 32.

De la misma forma que su carrera artística estuvo marcada por la experimentación, con un cambio permanente en su forma de pintar, en sus temas y estilos, la vida personal de Maruja Mallo fue también una búsqueda de experiencias.Tras su atormentada relación de cinco años con Rafael Alberti, decidió no tener ataduras afectivas convencionales.

El noviazgo de Miguel con la costurera Josefina Manresa, se había iniciado en septiembre de 1934, cuando ella tenía apenas 18 años. Josefina, una mujer rígida, puritana y religiosa, era la antítesis de Maruja Mallo. Su novia, es la inspiradora de muchos de los sonetos de amor de El silbo vulnerado y del poema descriptivo que comienza «Te me mueres de casta y de sencilla» en El Rayo que no cesa. Pero llega la primavera del 35, trascendental y decisiva para Miguel, que cambia a Josefina por Maruja y trasforma el estilo pastoril de sus poemas, en neorromanticismo, bajo influencia de Neruda y Aleixandre, sus dos grandes luces.

Miguel se siente fuerte y por fin aceptado en la vida cultural de Madrid. Está trabajando con José María Cossio en la Enciclopedia Los toros, lo que además de evitar que se muera de hambre, hará que enriquezca su léxico cuajado ahora de imaginería taurina que verterá sobre su próximo poemario.

El verano es intenso para la nueva pareja que explora su relación de manera libre y desatada, a decir por Cela: «Miguel Hernández y Maruja Mallo tenían amores e iban a meterse mano y a hacer lo que podían debajo de un puente». No solo hay atracción física, ambos admiran el trabajo del otro, incluso preparan un proyecto, una obra de teatro que escribiría Miguel y que Maruja se encargaría de pintar los decorados.

Su romance, sin embargo, se agota para Maruja a principios de otoño. Miguel, que pensaba en una relación duradera y oficial, queda al principio abatido y desesperado, para pasar más tarde a sentirse engañado.

Como el toro he nacido para el luto
y el dolor, como el toro estoy marcado
por un hierro infernal en el costado
y por varón en la ingle con un fruto
(...)
Como el toro te sigo y te persigo,
y dejas mi deseo en una espada,
como el toro burlado, como el toro.

Miguel Hernández muere en la cárcel en Alicante, en 1942. Maruja Mallo se exilió a Argentina apenas iniciada la Guerra Civil y no regresaría a España hasta principios de los años 60.

Geometría, armonía, rigurosidad técnica, calidad en los pigmentos y los soportes, lecturas, estudios, dibujos y bocetos elaboradísimos, reflexiones; componen un perfil de Maruja Mallo, alejado de una lectura superficial labrada tal vez por sus excentricidades seniles como “musa de la Movida”. Murió en 1995, a los 93 años, tras pasar los últimos diez postrada en la cama.

Naturaleza viva_1943

El galerista Guillermo de Osma compró, pocos años después de la muerte de Maruja Mallo, su archivo: recortes de prensa, cartas, fotografías, bocetos y dibujos, a Emilio, uno de sus hermanos pequeños-tenía 13-, que se ocupó de ella hasta su muerte.

Desde hace años, la Galería Guillermo de Osma está trabajando en el catálogo razonado de Maruja Mallo. Tienen previsto publicarlo a finales de este año. Por el momento, ya ha realizado en su galería la muestra Maruja Mallo, orden y creación (septiembre-noviembre de 2017). Fue visitando esta exposición, cuando Pedro Almodóvar se quedó prendado del lienzo Racimo de uvas_1944, según declara en una reciente entrevista que le hicieron por su nueva película (El País 14.03.19). Cuenta que en ese momento no pudo comprarlo y cuando poco después se decidió ya no estaba en venta, había sido adquirido por el propio galerista.

Esto no impidió a Almodóvar colgarlo en la pared de la cocina de “su casa” en su última película Dolor y gloria (2019), junto a otros lienzos, como los de Pérez Villalta, que sí son de su colección. Otro guiño de Almodóvar a su admirada Maruja Mallo es el nombre escogido para el protagonista, alter ego del cineasta, al que llama Salvador Mallo, interpretado por Antonio Banderas.

Sorpresa de trigo_1936

La huella dejada por ese amor carnal y fugaz entre Miguel Hernández y Maruja Mallo en el trabajo del otro es innegable. Ferris señala que trece poemas de El rayo que no cesa –, marcados por un fuerte erotismo y por la frustración del desamor-, están inspirados en Maruja Mallo. En cuanto a la pintora, Sorpresa de trigo y El canto de las espigas -dos de sus obras más valoradas- a decir por ella misma, fueron iniciadas en esos meses, en “armonía cósmica”.