Re-llenar

Futuro es sinónimo de incertidumbre, así ha sido siempre, pero parece que ahora lo sea más porque hemos dejado de poder hacer una proyección en él de nuestra realidad. Claro que sabíamos que esa proyección estaba sujeta a variaciones, a sorpresas e imprevistos, pero más o menos, más o menos lo teníamos. Esa proyección nos ha permitido planificar, especialmente nuestro futuro personal y el de nuestro trabajo, proporcionándonos la fantasía de seguridad, a nosotros… pequeños y frágiles humanos.

José Manuel Ballester, serie Espacios ocultos. 2007/2008
José Manuel Ballester. Idem

La teoría física de la entropía explica por qué en nuestro universo es mucho más fácil destruir que construir. Esto lo experimentamos a diario con el orden de nuestras casas, de los papeles que metemos en el cajón de “ya lo miraré”, en los armarios y cajones, pero ahora lo estamos experimentando a lo grande y todos al mismo tiempo, a dimensiones planetarias. En pocas semanas el mundo de cada uno de nosotros, lleno de hábitos y rutinas, se ha visto suspendido y alterado, con la posibilidad cierta de que sea irrecuperable en toda su extensión. Mientras, solo imaginar la tarea  de reconstrucción nos resulta abrumadora.

Cruzar con semáforo en rojo el Paseo del Prado, a paso calmado, una mañana de martes lectivo, es algo inolvidable. Ir al supermercado que tengo al otro lado de este bulevar me está haciendo acumular imágenes y sensaciones extrañas. Mientras caminaba por esta parte de la ciudad siempre cargada de vehículos, turistas y transeúntes con prisa, ahora increíblemente vacía, recordé otra ley física que dice algo así como que el universo tiende siempre a llenar los espacios vacíos. Había leído la noticia de que jabalíes, monos, ciervos o incluso pumas (en Chile), se pasean por las calles de ciudades ahora desiertas y me vino la idea de imaginar a la Naturaleza empujando para reconquistar el espacio que un día le quitamos, como una suerte de venganza por el maltrato. Esta idea de castigo renace cada vez que la humanidad se enfrenta a una pandemia, como nos recuerda el siempre lucido Rafael Argullol esta misma mañana en un artículo de opinión de El País https://elpais.com/cultura/2020-04-21/renacimiento.html

Ante un mal que excede el control del hombre, la Historia nos dice que se dan dos reacciones antagónicas: la culpabilidad o el hedonismo. Asumir la culpa de manera individual y colectiva explicando la pandemia global como castigo, si no de los dioses, sí de la Gaya, no es una actitud que vaya conmigo. La otra, la expresión de la alegría de vivir, Carpe diem, quam minimum credula postero, está mucho más cerca de mi estar en el mundo, que no es frívolo ni ligero sino vitalista y apasionado. Estoy dándole vueltas a la idea de re-llenar de nuevo contenido al resto de mi vida. Voy a tomarme un año sabático para vivir en Venecia y escribir el libro que espera el momento. Dedicaré tiempo también a visitar a mis amigos en el extranjero.

Ya os contaré. Cuidaos mucho.