Decía el otro día en una entrevista un sociólogo de moda que ver series era un entretenimiento alienante. Me pareció una opinión de lo más banal. Más bien al contrario, muchas series han sacado al cine de un formato estándar y están construyendo relatos fascinantes, aunque eso no excluye claro que tengamos a veces una sobre oferta variopinta producto del éxito.
Acabo de devorar casi seguidos los 10 capítulos de la primera temporada de Suburra. La serie italiana es la tercera encarnación de una historia: primero el libro, luego la película de Stéfano Sollima y ahora la serie de Netflix y RAI fiction y me ha parecido espectacular, una mezcla entre Gomorra y los Soprano con lo mejor del cine italiano, incluidos los actores.
A grandes rasgos, este es el escenario de los primeros capítulos: estamos en 2008 y la lucha por los terrenos costeros de Ostia, cercana a Roma, se convierte en una batalla mortal entre el crimen organizado, políticos corruptos y el Vaticano. Un escenario complejo, en el que todos los personajes están de un modo u otro conectados, con relaciones a veces múltiples y para nada lineales.
Suburra es una historia sobre el poder y el dinero pero también un espectáculo hiperrealista a veces y delicadamente poético otras. Sobre el trasfondo musical de los 7 vicios capitales del rapero romano Piotta, discurren actores en estado de gracia haciendo de ángeles asesinos con la estética de Roy Batty en Blade Runner ( maravilloso Alessandro Borghi), gitanos con cresta airados y rebeldes, políticos romanos de futuro gris que encuentran la fuerza en el lado oscuro y que dialogan con sus zapatos, o personajes como Samurai, el poderoso contacto con la mafia del sur que controla Roma, la recorre sin fin en su motorino y es insomne.
A pesar de haber vivido un tiempo largo en Roma, recordaba vagamente el significado de Suburra, así que tiré de Internet y confirmé que su significado sería algo así como “zona habitada debajo de la ciudad” y que actualmente forma un laberinto de callejuelas estrechas del rioene Monti, con edificios polvorientos, ennegrecidos por el smog y lleno de pequeños talleres artesanos, locales de copas y galerías de arte. Durante el imperio romano, la Svbvra era la zona más antigua y poblada de la urbe, el lugar de las grandes contradicciones humanas y sociales del imperio. Sucia, bulliciosa y sobre todo peligrosa. Era la Svbvra a donde iba Nerón disfrazado, o Messalina de incógnito buscando transgresión.
Aún difícil de seguir, merece la pena ver la serie en versión original (claro con opción a subtítulos) y no perderse el duro italiano que se habla en Roma sur.
Casi al final, hay un diálogo en una terraza de esas únicas de Roma. Los dos protagonistas son el político del ayuntamiento y Samurai, y esta es parte de la conversación:
- Yo gobierno Roma, dice Samurai
- Roma no se gobierna, como mucho se administra le responde Amedeo