Francesca de Rímini

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La música, el arte y la poesía son algunas de las manifestaciones mas elevadas de la vida humana. Hay obras sublimes. Su grandeza abrumadora a veces me hace imaginar que los autores eran, en realidad, dioses infiltrados. Así es la Divina Comedia de Dante. Escrito a principios del siglo XIV, la Divina Comedia es un poema colosal que recoge el saber histórico y teológico medieval y lo trasciende a todos los niveles -poético, filosófico, espiritual y existencial- dando lugar al tratado moral mas hermoso de la literatura universal.

Dante Alighieri describe plásticamente un viaje imaginario por los tres escenarios del ultramundo: Infierno, Purgatorio y Paraíso. Comienza cuando, acompañado por el poeta Virgilio, atraviesa una puerta en la que se lee el verso inolvidable Lasciate ogni speranza, voi ch’entrate – ¡Oh vosotros, los que entráis, abandonad toda esperanza¡- y ambos penetran en un lugar negro, cubierto por un cielo sin estrellas, en el que se oye un tumulto ensordecedor de ruidos terroríficos, alaridos, voces enloquecidas que hablan en muchas lenguas, vientos, relámpagos y terremotos: es el Infierno.

El Infierno de Dante está diseñado arquitectónicamente en círculos sucesivos que avanzan hacia las profundidades de la Tierra. En recintos cada vez mas abismales y cerrados según se acercan a Lucifer, diversos personajes históricos y literarios padecen el castigo de un pecado mortal. Los primeros círculos, los más alejados del Ángel Caído, corresponden a los pecados menos perversos según la moral aristotélica. Son los pecados de incontinencia, los de aquellos que, mas que elegir el mal, carecieron de fuerzas suficientes para elegir el bien, y sucumbieron a la lujuria, la gula, la avaricia y la herejía. Los lujuriosos se encuentran en el Segundo Círculo, descrito en el Canto V como un torbellino rugiente que arrastra y agita eternamente de acá para allá y de arriba a abajo a los espíritus de los pecadores que lloran, gritan y lamentan sin abrigar nunca la esperanza de un momento de reposo. En el castigo, imagen especular y simbólica del torbellino de la pasión, están las sombras de Semirámide y Cleopatra, de Paris y Helena, la sombra de Dido y las de Francesca de Rímini y su amante, Paolo Malatesta.

 

Según las crónicas medievales del siglo XIII, Francesca, hija de Guido da Polenta, señor de Rávena, tuvo la infeliz suerte de ser casada muy joven con el anciano, malvado y deforme Gianciotto Malatesta de Rímini. En su nuevo hogar conoció a Paolo, hermano menor de su esposo, con quien compartía juventud, belleza y delicadeza de espíritu. Paolo y Francesca se enamoraron apasionadamente, lo que les condujo a un destino funesto cuando, sorprendidos por el marido, fueron atravesados por su espada.

Dante hace de esta historia simple un hermosísimo canto al amor trágico, en el que  escucha apiadado y conmovido a Francesca, que melancólica –no hay mayor dolor que acordarse del tiempo feliz en la miseria– relata su historia de su amor, cómo se entregaron a él mientras leían juntos las aventuras de Ginevra y Lanzarote: Cuando leímos que la deseada sonrisa de la amada fue interrumpida por el beso del amante, éste, que jamás se ha de separar de mí, me besó tembloroso en la boca…aquél día ya no leímos más.

 

Sitúa a los amantes adúlteros en el Infierno, como corresponde a su moral tardomedieval cristiana, pero se muestra hechizado, indulgente y compasivo, e implícitamente los perdona. Refleja así su adhesión a la corriente heterodoxa de su tiempo conocida como Dolce Stil Novo, que, siguiendo la tradición trovadoresca y artúrica, engrandecía la experiencia amorosa y el ideal femenino. El Canto concluye con esta idea poética de que solo un corazón noble y gentil tiende al amor y lo corresponde:

Mientras el alma de Francesca decía esto, la de Paolo lloraba de tal modo que yo, movido de compasión, desfallecí como si me muriera y caí como cae un cuerpo inanimado.

 

El dulce poema dantesco de Francesca de Rímini inspiró numerosas obras durante el siglo XIX y principios del XX. Enmarcados la mayoría en el paradigma Romántico, pintores como Ingres, Blake, Cabanel o Rossetti, poetas como Gabriele D’Annuncio, y muchos compositores, entre otros Mercadante, Tchaikovski, Rachmaninov y Zandonai, plasmaron en su obra la historia de Francesca y Paolo Malatesta. Todas ellas reflejan con delicadeza un drama que es, como decía Sthendal, apasionado, melancólico y tierno.

Destaco por su belleza el Poema Sinfónico de Piotr Tchaikovski Francesca da Rimini, fantasía después de Dante en mi menor, opus 32, recientemente dirigido por Christoph Eschenbach e interpretado por la Orquesta Nacional de España en el Auditorio Nacional de Madrid. Es posible que el compositor, cuya vida estuvo marcada por una homosexualidad que nunca pudo tener una realización abierta, se sintiera especialmente llamado a poner música a este poema, compasivo e indulgente con los pecados de la pasión y el amor. Lo terrorífico y lo hermoso del Canto V del Infierno están representados en esta pieza compuesta en otoño de 1876, durante su estancia en Bayreuth, que marcó un punto de inflexión a partir del cual su música se hizo más lírica y personal. En ella pueden identificarse motivos recurrentes de enorme belleza melódica y capacidad emotiva.

El Poema Sinfónico se desarrolla en tres partes. Comienza inquietante y misterioso con cuerdas graves y viento metal, en lo que representa la entrada de los poetas en el oscuro recinto del Segundo Círculo del Infierno. Siguen rachas y remolinos de viento en cuerdas y metales: es la tormenta que agita a los lujuriosos, nos recuerda en momentos las partes mas furibundas de un Réquiem. El tejido musical se adelgaza en la segunda parte, la más lírica y melódica, en la que Francesca confiesa a Dante su desdichada historia de amor. Al final, la orquesta vuelve con toda su energía, como el infernal torbellino del castigo eterno cuya horrible visión hace perder la conciencia al poeta.

Os invito a disfrutar de la expresividad y delicadeza de esta pieza en las versión de Gustavo Dudamel con la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar.

martes 27 marzo 2018

Ilustraciones:
Esquema del Infierno. Divina Comedia. Ed Cátedra 2005.
William Blake: Canto V del Infierno. Gustavo Doré: Inferno, Canto V, Paolo y Francesca (ilustración). Gustavo Doré: Paolo y Francesca de Rímini (óleo).
William Dyce: Francesca da Rímini. Jean Auguste Dominique Ingres: Paolo et Francesca. Alexandre Cabanel: Paolo et Francesca.
Ary Scheffer: Dante and Virgil encountering the shades of Francesca de Rímini and Paolo Malatesta in the Underworld.


6 respuestas a “Francesca de Rímini

  1. Nunca había visto un esquema tan preciso creo…. Alberto manguel tiene un libro dedicado a la divina comedia pero no recuerdo este esquema. Tampoco conocía la música dedicada a Francesca … muchas gracias, es todo muy delicado, Ana: soy amiga del actual señor de Ravena, y su hija que es de la edad de las nuestras porque la tuvo ya mayor se llama…. francesca. Casualidades….

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