La literatura, la familia y los amores- algunos envenenados-han sido lo realmente persistente en mi vida. Y los sueños: tantos y tan precisos, que gravitan a algunos metros de mí sin punto posible de fuga, como el aura que ciertas personas dicen tener.
Durante meses escribí un diario de sueños y he estado estos días dando vueltas a hacer una entrada en el blog, pero he decidido que el verano es un tiempo demasiado liviano y luminoso para la opacidad de los sueños, así que voy a contentarme con una crónica o diario- bastante inconsistente en realidad- solo de esta pasada semana de Julio, que empieza con mi amiga Elvira…
Lunes 16
Vino a verme Elvira, recién llegada de París. Como siempre, la conversación acabó derivando hacia sus amantes. En esta ocasión, un tunecino que vive con ella, o mejor, que vive en su casa. Antes de dar detalles sobre la situación, Elvira echó hacia atrás su melena canosa
-¿Sabes Iris?- y se inclinó hacia mí.
-Con este hombre me siento como un pianista que improvisa sobre una melodía que apenas conoce- dijo mientras se acomodaba en el sillón.
-Me siento en medio del río, he perdido la sensación de certidumbre… la gente débil hace ver la debilidad de los demás-
Finalmente, y queriendo dar por cerrado el tema de su amante, afirmó con un tono de voz entre bronco y resignado
-Con esta persona todo queda a medio hacer. No hay otra madurez que la conciencia de los propios límites- dijo.
Por la noche leí un rato la última novela de Padura /Mario Conde, la transparencia del tiempo. Me gusta menos que otras creo….
Martes 17
Con Amparo en el cine viendo el documental de Tom Volf sobre la Callas, María by Callas. Nos encantó. Es un apasionante, delicado y quizá obsesivo autorretrato de la Diva, nada convencional desde un punto de vista narrativo. Solo hay una voz o un punto de vista, el de la propia María. Es siempre ella, a través de algunas entrevistas de televisión o en las cartas que escribe a sus amigos, en este caso con voz prestada por Fanny Ardant. Una voz para medir el espacio que había entre la persona y la leyenda, para iluminar esa misteriosa franja que acompaña al mito. Las imágenes de archivo son la mayoría inéditas, y fantásticas.
Después de verla, creo que la pareja icónica no eran Jackie y Onassis, sino María y el tycoon griego. Aún casado con la americana, iba a enviarle silbidos por la noche enfrente de su apartamento de París. En fin…
Miércoles 18
Las tres de la mañana. Sin sueño, sin poder leer, harta del iPad. Quito el AA y salgo a la pequeña terraza de mi cuarto. Hay un aire suave, como de tierra regada y de los jazmines que sembré a finales de primavera.
Jueves 19
Tengo que preguntar a algún psicólogo o similar porqué diablos una canción que encima te empalaga se repite y repite involuntariamente en tu cabeza durante días. Es una tortura…. es RIDÍCULO. Me acaba de pasar, cayó de casualidad en una lista que me mandaron el otro día una cancioncita de Sabina, al que además no aguanto, y a la neurona danzona le gustó y ahí se quedó… 19 días y 500 noches que bailan en un whisky on the rocks .No sé si algo tan molesto es razonablemente habitual o es un síntoma de gente grillada….
Viernes 20
Quedo con Ari Batallana para ver la exposición de retratos de Lorenzo Lotto en el Prado.
Emocionante el maestro veneciano. Cuando murió, su fama se desdibujó durante siglos, hasta que Bernard Berenson consagró a Lotto como el primer pintor italiano preocupado por la representación de los estados de ánimo y por tanto, como el primer retratista moderno. Un genio absoluto del cinquecento que Berenson rescató de los no recordados.
No se conserva ningún autorretrato suyo, pero la exposición cierra con uno espiritual, su propio sello. Me llamó mucho la atención por su simbología delicada: una grulla levantando el vuelo con un yugo en sus garras y en el pico el caduceo de Mercurio. Solo ahora que lo escribo entiendo esta atracción que sentí por el sello, porque Mercurio (Hermes) es la deidad masculina a la que me debo.
Sábado 21
Ari me dice que Lorenzo Lotto le pareció demasiado melancólico en sus retratos finales (y es cierto, una melancolía que en 1546 le hizo confesar que se sentía “solo, sin fiel gobierno y muy inquieto de mente”), pero sobre todo a Ari le inquietó mucho que en la treintena de retratos que vimos, ninguno tenía pestañas. No se me hubiera ocurrido que esa ausencia pudiera producir tanta desazón.
Esta noche me ha enviado al móvil una foto de su hijo de siete años, que tiene unas pestañas realmente espectaculares.
Domingo 22
Quizá para ser un poeta es inevitable tener que elegir lo imaginario, y eso es algo que siempre me ha dado miedo.
Paso el día en casa, y solo salgo para sacar al perro. Me encanta sentir las persianas de bambú dando sombra en el patio blanco.