Divas y Hermanas. Paulina Viardot

Recupero en esta entrada la historia, suspendida hace una semana, de las hermanas García. Es Paulina, la menor de la saga, quien sigue la brillante estela de su hermana, María Malibrán. Todo en ellas es parecido pero diferente: los años de formación, el carácter y el recorrido vital, corto e intenso para María, largo y templado en el caso de Paulina.

María había recibido instrucción musical de su padre, el tenor Manuel García, severo y controlador en exceso. Fallecidos ambos, Paulina, aficionada desde niña al piano, tuvo como maestra de canto a su madre Joaquina Sitjes, mucho más indulgente y mesurada. Esta diferencia en aquellos años de formación hizo de María Malibran una mujer rebelde y arrogante, y, al contrario, de Paulina, una persona discreta y contenida, más cercana, aunque nunca del todo, a las convenciones sociales de su tiempo. En las dos hermanas era reconocido sin embargo un espíritu común vigoroso, orientado a altas metas, que sólo Paulina pudo llevar a cabo en la época serena de su madurez.

Retrato de Paulina Viardot

Dos años después de la muerte de María, Paulina García se estrenó en París con un repertorio poco relevante. Entre el público se encontraba el crítico y poeta Alfred de Musset, quien le auguró un brillante futuro musical, y, en poco tiempo, la hizo objeto de sus versos y su deseo. A pesar de que Musset era un conquistador y Paulina una principiante con fama de mujer no-guapa, reservada y seca, el poeta no consiguió su propósito. Pero introdujo en la vida de Paulina a un personaje tan original como la escritora George Sand, con la que había tenido previamente un intenso y literario romance.

El futuro que el poeta profetizaba se convirtió en un presente inmediato, y Paulina debutó como estrella lírica la temporada siguiente en Londres, en el papel de Desdémona en el Otelo de Rossini. El crítico más afamado por aquél entonces, gran admirador de la hermana mayor, escribió una crónica extraordinaria:

Esta nueva García, con una figura apenas formada, un rostro que la experiencia y los años suavizarán y armonizarán, su voz nada excelente , aunque de mucha gama, su sensibilidad, cuyo exceso le roba la mitad de su poder, se estrenó en Londres…. Nada más extraño, más incompleto en su plenitud, más seguro indicador de una artista nueva y magistral. Todo el fuego de la Malibran, su coraje y su facultad creadora sin límites estaban presentes y (algunos imaginábamos) algo más.

Paulina pasó a partir de ese momento por un proceso similar al de su hermana: éxito rotundo en las capitales europeas, victoria sobre la diva del momento -esta vez Eugenia Tadolini- y matrimonio con un hombre mayor, con más cabeza en este caso que su cuñado Malibran. Era Louis Viardot, amigo de George Sand y director del Teatro Italiano de París. Paulina García comenzaba así una nueva vida como Paulina Viardot.

A los diecinueve años, La Viardot frecuenta el círculo de artistas de George Sand y de su propio esposo, del que forman parte Ingres, Chopin, Delacroix, Scheffer, Gounod o Meyerbeer. De Sand aprende la manera de disfrutar con ellos, que ennoblecerá de manera muy personal para ser una perfecta salonière el resto de su vida, en su casa de Courtavenel, en Baden-Baden y Bougival.

Tras el éxito europeo, los Viardot viajaron a San Petesburgo para hacer una temporada de ópera italiana. Allí, Paulina toma clases de ruso con un joven maestro, Iván Sergeyevich Turguénev -ella diecinueve años, él venticinco-, aún desconocido en el mundo literario, con el que establece una relación espiritual y sentimental que durará toda su vida. Si Louis Viardot avivaba en ella la vida social, literaria y política, Turguénev estimulaba su alma. Los tres formaron un triángulo ambiguo en el que el novelista, íntimo amigo de Louis, debió asumir un papel secundario, del que sólo ha llegado hasta nosotros la sospecha de su paternidad en torno a varios de los hijos del matrimonio. Otros artistas como Ary Scheffer o Hector Berlioz sucumbieron también a la inteligencia y la especial belleza de Paulina, pero ninguno lo haría con la mansedumbre y la entrega con que lo hizo Turguénev.

Retrato de Ivan Turgueniev, 1872. Vasily Grigoryevich Perov

Ya en la madurez, su éxito literario coincidió con el declive de Paulina. La cantante dejó el teatro para dedicarse al concierto y la composición, rodeada siempre de su corte en Baden-Baden: Franz Liszt, Clara Schumann, Johannes Brahms, Richard Wagner. Obligados a abandonar Baden-Baden después de la guerra por la política imperial de Bismarck, los Viardot regresaron a Francia, donde crearon una nueva pléyade de músicos en su nueva residencia de Bougival: Jules Massenet, Gabriel Fauré o Camille Saint-Saëns, que dedicó a Paulina su Sansón y Dalila. Louis Viardot e Iván Turguénev morirían en Bougival en 1833. Paulina les sobrevivió muchos años, su vida se fue diluyendo como tantas veces la música.

Villa Viardot. Bougival

María Malibran y Paulina Viardot contribuyeron, con su talento y singularidad, a crear un ambiente musical europeo más natural, menos encorsetado. Las constelaciones familiares son el origen de vicios y fallas, pero también de estímulo, trabajo, sabiduría y belleza.

Feliz verano a todos, que la música os acompañe.

Imagen de Portada: Dante Gabriel Rossetti


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