8 de marzo: la irracional inercia del hábito

Con la grave crisis que se nos está viniendo encima  por el coronavirus, me temo que se confirman teorías bastante sólidas sobre la lentitud de grandes grupos de población y de movimientos sociales  para reaccionar ante acontecimientos del todo fuera de nuestro umbral de  hábito. Esta mañana, jueves  5 de marzo de 2020, echo un vistazo rápido en el iPad a las noticias: Italia cierra a partir de hoy durante más de una semana todos los colegios, centros de enseñanza y universidades del país entero en un intento desesperado por ralentizar el contagio y no colapsar la asistencia sanitaria, Telefónica ordena hoy mismo el  tele trabajar desde casa a todos los empleados de su centro del norte de Madrid por contagio previsible, California decreta el estado de emergencia, y así podría seguir…., busco la noticia pero no, no la encuentro. No es posible pienso. En algún lugar bien en grande debería aparecer la suspensión de las manifestaciones multitudinarias por el día internacional de la mujer 8 de marzo en España (ya cuento que en Milán o en Singapur, por decir, no deben estar preparándolas). Veo casi a ralentí el recuerdo de estos últimos años, todos en Castellana- yo misma-  en Cibeles, con el aliento a pocos centímetros de miles y miles de personas, bloqueados casi sin poder movernos en el centro del paseo del Prado. Pancartas, gritos, tambores, sudor. Luego paso a la imagen de  la presentadora de cualquier informativo con ese fondo perpetuo que han puesto en las televisiones  del covid 19, a veces  se mueve, a veces es una imagen fija, a veces es verde otras azul intenso, están así durante horas, por eso cada vez veo menos los telediarios, prefiero la imagen fija de la prensa escrita, y me siento  delante del ordenador, y escribo esta entrada urgente en el blog que no he tenido tiempo de consensuar con mis otras tres blogeras: este año no se va a nada el 8 de marzo, este año nos quedamos en casa o en el parque de al lado, aunque yo seguiré esperando dos dedos de frente de los organizadores, del ayuntamiento, no sé, del ministerio de sanidad, de Irene Montero o mejor de Fernando Simón que nos digan cuanto antes que no es muy conveniente semejante dislate de masas este mes. Que lo acompañen si quieren del latiguillo inicial de suspenderlo con mucha calma y mucha tranquilidad (¿pero es que nadie les dice que cuando se sobre usa un término así  deja de surtir efecto o produce el contrario?). Lo mejor es que lo diga Simón, que sí sabe modular los tonos y sabe que hablar  como si la audiencia fuera de parvulario es mal asunto. Difícil haber imaginado esta recomendación  un 8 de marzo, pero chicas, esta vez no salimos. Por responsabilidad, por sentido común y por auto protección. Seguiré esperando la noticia de que se desconvoca. Menuda primavera.