
Gracias a los lectores de la tribu del Vapor que habéis colaborado en la encuesta para evaluar nuestras inquietudes en la crisis del Covid 19. Gracias también por la confianza que muchos depositasteis en mí al enviarme vuestras respuestas personalmente. He aprendido y prometo que la próxima vez se podrá cumplimentar de manera telemática y anónima.
Quisimos valorar el estado de ánimo y nuestras cavilaciones en la sexta semana de confinamiento, lo que nos preocupaba en el ámbito personal, en el futuro de este país y del mundo en general, en nuestro entorno de clase media española -me atrevería a decir alta-. Recibí 121 encuestas. Era un número redondo y no pude resistir la tentación de magufear y consultar en webs más o menos lamentables el sentido esotérico del número 121, que tiene al parecer un mensaje de enfoque a objetivos con la finalidad de construir un sólido futuro. Me gusta. Me gusta y lo hago nuestro.
No he seguido la metodología adecuada para hacer estudios sociológicos, ni he verificado la significación estadística de los resultados. Se trata de un sencillo análisis observacional, una toma de temperatura. Iris, nuestra socióloga, me recomendó que hiciera clustering, así que he dividido a los 121 encuestados en 4 grupos de edad: Grupo 1: 18-35 años; Grupo 2: 36-50 años; Grupo 3: 51-70 años; Grupo 4: mayores de 70 años. A pesar de algunas respuestas ambiguas a la pregunta “sexo”, del tipo sexo omnipotente o sexo muy de tarde en tarde, sé que somos 65 mujeres y 56 hombres. En cuestión de sexo estamos equilibrados.
De ánimo y felicidad estamos sin embargo justitos, muy justitos. La media en una escala de 0 a 10 (10 representa la máxima felicidad imaginable; 0, lo contrario) está entre 5.5 y 6 en los cuatro Grupos de edad. El 39% de los encuestados se encontraban tristes o deprimidos, con un ánimo por debajo de 5; el 45% estaban eutímicos; y un 17% tenían un ánimo alto, por encima de 7. A pesar de lo que se nos viene encima, 3 casos mantenían un ánimo inmejorable, de 9 e incluso de 10. Confío en que se trate de un dato puntual, una revolución hormonal o el efecto de haberse doblado inadvertidamente la medicación; de otra manera creo que podrían diagnosticarse de hipomanía y manía. Es broma, ¡qué suerte la suya!, permanecer tan ajenos.

En cuanto a la angustia y estrés provocados por la pandemia y sus secuelas, he agrupado los encuestados en “tranquilos” -los que están nada o un poco estresados- y “angustiados”-los que lo están mucho o bastante. En todos los Grupos de edad, excepto los jóvenes, hubo una distribución cercana al 50/50 % de tranquilos/angustiados. Por el contrario, el 76% de los jóvenes se mostraron angustiados, frente al 24% que dijeron estar relativamente tranquilos. Probablemente sean a largo o medio plazo, los más afectados por las consecuencias laborales, económicas y sociales de la epidemia, los que tienen un mayor volumen de futuro por delante.
Las preocupaciones personales estarían bien resumidas en el viejo bolero de Los Panchos… tres cosas hay en la vida: salud, dinero y amor… Todos igual. Salud propia y de los allegados; física, mental y afectiva. Dinero en su versión más plebeya: trabajo. Amor volcado en la familia -muy Corleone- y en el reencuentro. Con toques poéticos –he perdido la noción del tiempo y no sé cuándo es de día ni cuándo las noches son, como el prisionero del romance-, narcisistas –mi libro; mi hombro, mi peso, mi rinoplastia o un champú eficaz para la caída de mi pelo- y románticos –el aplazamiento de mi boda-.
En lo referente a cuestiones nacionales, son las de índole económica las que más preocupan, aunque su importancia disminuye en la tercera edad. El 73% de los jóvenes se mostraron inquietos por el paro, cifra que se redujo hasta el 18% en los mayores de 70 años. La segunda preocupación fueron las cuestiones políticas -fractura ideológica, crispación, gestión del gobierno, oposición feroz, crisis de liderazgo político, pérdida de derechos y libertades o auge de extremismos y nacionalismos-, muy especialmente en los Grupos 3 y 4, por encima de los 50 años de edad. Sorprende que sólo la mitad de los encuestados mostraron entre sus tres preocupaciones principales el origen de la crisis, el Covid 19 y aspectos sanitarios como la salud pública, la gestión sanitaria, el control de la epidemia, el hallazgo de una vacuna eficaz o la salud mental con el confinamiento y la crisis económica. Temas sociales como la desigualdad o la pobreza afectan a más de un tercio de los encuestados, y constituyen nuestra cuarta inquietud de manera constante en los diferentes grupos de edad.
Otros problemas, relacionados con la cultura, la inversión en ciencia e investigación, la educación y el conocimiento, la merma del espacio racional y el espíritu crítico o el no-aprendizaje –Que no vamos a aprender nada de este trance y que cuando pase la cellisca seguiremos como estábamos, con la misma mala leche y las mismas ambiciones, pero con más miedo-, van apareciendo de forma creciente después de la juventud, siempre con carácter minoritario. Se han hecho residuales preocupaciones como la corrupción, la independencia de Cataluña, la inmigración o la violencia de género, que no aparecen o lo hacen con carácter testimonial, aplastadas por el peso de lo económico, político, sanitario y social. Sólo en 2 casos se citó la cuestión catalana. Y se proyectan propuestas como la transformación política, económica y educativa hacia una sociedad del conocimiento, cuyo contenido técnico queda por descifrar.

Entre los problemas de carácter internacional, las cuestiones económicas dejan paso en primer lugar, a las sociales en el caso de los jóvenes -situación de los países más desfavorecidos, insolidaridad, pobreza o hambre-; y a la incertidumbre geopolítica -seguridad, conflictos, guerras, control geopolítico, futuro de la UE o cierre de fronteras- y socio-política -retroceso de la democracia, incompetencia política, corrupción, control sobre los individuos, auge de totalitarismos, nacionalismos y populismos, fobias y exclusión social- de manera creciente en el resto de grupos de edad. Hay datos de inquietud por el papel de China o por la posible reelección del peliteñido Trump y sus astracanadas. La inmediata crisis económica pasa a una tercera prioridad, seguida de la salud de la población mundial, y del cambio climático, cuya relevancia disminuye de manera inversamente proporcional a la edad; el 35% de los jóvenes se sienten concernidos por la salud del planeta entre sus tres primeras prioridades, mientras sólo el 9% de los mayores lo considera entre ellas.
A modo de resumen, se podría decir que para los jóvenes lo más relevante son las cuestiones socio-económicas, y, para el resto, las socio-políticas. Preocupaciones referentes a un posible futuro distópico en el que la sociedad sea manipulada o llevada hacia sus propios límites aparecen sólo en la edad adulta, no antes ni después. Fueron 6 los gritos de socorro, preocupados por la posible pérdida de calidad de vida, todos en el Grupo 2, entre 36 y 50 años (que lo ven que se va, sayonara bienestar). Y, salvo entre los mayores, más escépticos, se oyen voces que hablan de unidad -medidas globales, orden internacional y Derecho común- y de aprendizaje. Con algún augurio de nada va a cambiar que todo lo cubre con un velo gris.

Y así pasa la vida esta primavera, pena que vas, cavilación que vienes ... y … tras estos tiempos vendrán otros tiempos y otros y otros … y ya podemos salir a caminar, un paso después de otro … No detenerse, que dice el verso de José Ángel Valente.
Ojo con los primeros paseos. Nadie vaya a romperse nada. Justamente ahora.