Los no héroes

No deberíamos sorprendernos, la historia está llena de acontecimientos en los que se produce la desaparición repentina de un modo de vida cuya duración no va más allá de dos o tres generaciones. De hecho, los ciudadanos del mundo de hoy estamos mejor preparados para las abruptas trasformaciones porque venimos de una ruptura de la fe en los grandes relatos, de las verdades absolutas, de la pérdida de confianza en la razón y el progreso colectivo.

Vivimos en la posmodernidad, donde el relativismo y el cambio no solo se contemplan sino que se buscan. Conjugamos en todas sus formas posibles términos como riesgo, consumo, placer, novedad, comodidad,  lo efímero y ligero, lo liso y lo pulido –Byung-Chul Han en La salvación de lo bello-, es la era del desencanto, de la renuncia a las utopías, del populismo.

Tras el susto, estamos deseando superarlo a toda velocidad, sin pensar demasiado. Todos queremos pasar rápidamente de fase.

Antes de que se nos olvide del todo, está bien recordar el papel que cada uno hemos jugado en lo ocurrido durante estas semanas en las que el nuestro país se paralizó y nuestro mundo cambió a una situación inimaginable. Pero, el país ¿realmente se paralizó?, que las calles estuvieran vacías no significa que no hubiera actividad, de hecho, salvo en las dos semanas de confinamiento total, durante el resto del tiempo, casi 13 millones de personas siguieron trabajando en España.

Tenemos por un lado a los héroes, una expresión que la sociedad acuñó para llamar a aquellas personas, sobre todo sanitarios y personal asistencial, que trabajaron en hospitales y centros de salud con una dedicación y entrega más allá de su deber profesional, y lo hicieron cuidando y sanando, pero también, siendo la imagen y ejemplo para una sociedad atemorizada.

Mucho menos visibles pero igualmente relevantes para no sucumbir en el caos, fuero los trabajadores que nos aseguraron los alimentos y productos básicos, y su aprovisionamiento, así como la energía y las comunicaciones. También una parte de los funcionarios, fundamentales para mantener la maquinaria del Estado y resto de las Administraciones.

También trabajaron los informáticos, los jardineros, los periodistas, los abogados y psicólogos, policías y ejercito, los científicos…  el 65% de los ocupados en España.

El 35% restante, más o menos, somos los trabajadores llamados no esenciales y, por tanto, prescindibles …. un golpe bajo al ego. El rol que se nos asignó fue quedarnos en casa y con ello evitamos la propagación del virus. Algunos hicieron más que eso, pusieron en marcha una cadena de apoyos con miles de pequeñas iniciativas solidarias que han proporcionado compañía, ánimos y amor a sus vecinos, a enfermos, a ancianos solitarios, a inmigrantes y sin hogar, también ellos confinados.

El sector de la Educación no universitaria, siempre por reformar, necesitado de inversión y recursos, pero también del apoyo y el compromiso de los padres, mostró su precariedad en las dificultades para continuar telematicamente con el curso escolar. Muchos profesores -tengo varios hermanos entre ellos- emplearon más tiempo en llamar a padres y alumnos para concienciarles de la importancia de asistir a las clases virtuales -estamos en casa, pero no de vacaciones-, que a las horas lectivas.

En estas semanas se nos ha hecho también evidente, hasta sentir vergüenza, la importancia de la Ciencia y la Investigación en nuestro país y lo poco que se ha invertido hasta ahora en ella. Parece que hay verdadera voluntad de reparar este error, y lo más interesante es que, a parte de lo que pueda aumentar esa partida en los Presupuestos, las donaciones de empresas y ciudadanos al CSIC se han multiplicado por 170, llegando a los 10,4 millones de euros, cuando la media de otros años no superaba los 60.000€.

Luces, sombras y claroscuros.

No estoy en el grupo de los héroes, ni tampoco soy una trabajadora esencial, pero no me siento mal por ello. Muchas veces, la verdadera utilidad es no estorbar. Ojalá esta actitud aparentemente tan simple, hubiera sido ejercida por una parte importante de nuestros políticos.