
Todo ha sucedido muy rápido, el devastador ascenso epidemiológico y la acelerada recuperación de la normalidad. Como en una montaña rusa, demasiada velocidad. Aún sufríamos el vértigo de la pandemia y ya hablábamos -el futuro nos parece siempre lo realmente interesante- de la nueva normalidad, lo que necesariamente devendría de la crisis sanitaria en términos morales, sociales y políticos. Es bueno mirar al horizonte, pero conviene no dejarse aturdir por el exceso de adrenalina. Lo vivido merece ante todo una reflexión y un balance personal. Parar y pensar nuestras sensaciones en esta fase de transición, hipnopómpica, entre el vívido sueño del tiempo Covid y la vigilia de la futura, ya presente, nueva normalidad.
En lo que a mí respecta, la re-expansión después de una contracción brusca me resulta forzada y costosa. En realidad, creo que me he acomodado a esta última, y, lejos de vivirla como un déficit, ha terminado por resultarme gozosa, rentable en términos de independencia, libertad, dedicación, gratitud y recreación. Ya lo había insinuado en una de mis primeras entradas de la serie Confinamiento. Retomo hoy aquellas ideas, a modo de conclusión y cierre.
Hay quien se ha sentido perdido en el limitado espacio de su casa y se dispone ya a programar compulsivamente encuentros y viajes inciertos, para rearmar una existencia estructurada en lo social. A ellos especialmente recomiendo, para esas ansiadas vacaciones de verano, la estupenda novela de Xavier de Maistre, Viaje alrededor de mi habitación. Pequeña Odisea escrita durante un arresto domiciliario tras un duelo (s. XVIII) en la que el autor, viajero imaginario, utiliza las coordenadas, el mobiliario -la cama, el espejo- y otros detalles de su propio retiro para irse por los cerros de Úbeda y hacer descubrimientos, reflexiones autogeográficas y consideraciones estéticas o morales con la fresca y dulce ironía de su tiempo.


Yo podría haber suscrito, durante el confinamiento, las palabras de Xavier de Maistre –No querría, por nada del mundo, que se sospechase que he emprendido esta viaje forzado por las circunstancias; juro por todo lo que amo, que deseaba emprenderlo mucho tiempo antes-, pues nada temo menos que la independencia y la libertad, incluso la del encierro forzoso, para gastarla o no, para deleitarme en ella.
Durante estos meses, me he dedicado a mi trabajo de una manera diferente, más genuina y vocacional. Con el abrumador retorno de reconocimiento, admiración y respeto por parte de la sociedad. No se puede pedir más. Me importa poco o nada el premio Princesa de Asturias, pero me emociona la satisfacción de familiares y amigos que me han felicitado de corazón. Muy en especial la de mis antiguos compañeros, ya jubilados, que no recibieron aplausos masivos en su día, pero que sentaron las bases para que nuestro sistema sanitario llegara a ser el de hoy.
Me siento agradecida por no haber sido tocada por el pequeño bastardo, a pesar de haberle visto los colmillos de cerca. Cruzo los dedos. Gratitud también, más que nunca, por haber vivido en estas coordenadas de tiempo y espacio, en las que el desarrollo tecnológico nos ha permitido preservar las relaciones interpersonales. Si el sistema sanitario ha respondido por nuestra salud física, el acceso a la información y las redes sociales han salvado nuestra salud mental.
Como sugería María Luisa en su entrada Rellenar, ahora que salimos del sueño que nos ha desvelado cosas de nosotros mismos, es momento de recrearse y recrear. Sin olvidar la lección básica que nos recordaba Primo Levi:
Ha sucedido, y por tanto, puede volver a suceder.


Imágenes: Eugenio Recuenco: 365º. 12 julio, 3 abril, 7 agosto, 22 mayo, 1 noviembre.
Es realmente gozoso leeros, yo que no sigo nada estos blogs ni tengo twiters ni facebooks… he descubierto una ventana diferente con vosotras: limpia, clara, azul, sensata y apacible, sosegada.
Un abrazo muy fuerte, fraternal y a tí, Ana, además agradecimiento por tu labor y la de tus compañeros sanitarios.
Salud y fuerza!
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Comparto tu disfrute del confinamiento.. He hecho cosas diversas… He profundizado más en mi y he descubierto más mundo interior…
No entiendo cuando otros dices que se han aburrido y solo se dedicaron a ver Netflix..
De todo debe haber!!!
Esperemos no tengamos que volver a la misma situación a consecuencia de este covid tan desgraciado.. Los presagios van en esa línea!!!
Gracias por compartir ana estos pensamientos
Bsss
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Muchas gracias, Concha
Espero verte pronto !
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Ana, comparto al cien por cien tus reflexiones de esta entrada. Todo sigue siendo demasiado rápido, precipitado. A mí también me ha servido para parar y “disfrutar” desde ese otro lugar antes no tan presente como es mi intimidad. Abrazos y gracias.
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