
Yo solo soy memoria y la memoria que de mí se tenga . Y como la memoria contiene todos los tiempos y su orden es imprevisible, ahora estoy frente a la geometría de luces que inventó esta ilusoria colina, como una premonición de mi nacimiento.
Cuando comencé a leer los recuerdos del porvenir sentí una especie de hipnosis: ¿quién nos habla?. Su madre la mira con reproche. Los criados están bebiendo alcohol en la cocina. (…) ¡Isabel! ¿Para quién bailas? ¡Pareces una loca! . Al principio del relato, aunque Isabel crece a lo largo del libro, siempre estará esa niña que bailaba, sintiéndose libre frente a su hermano. Esa niña reprendida y regañada que hemos sido todas alguna vez, o muchas veces. Para quien bailas. Pareces una loca.
Atroz el tiempo moviéndose en boca de Ixtepec, el pueblo que es la memoria, el tiempo que nunca se puede contar, estamos en México durante la guerra cristera pero dónde estamos, si estamos en todas partes. Además, en los recuerdos del porvenir cualquier amor es simplemente imposible, porque el espacio en que se alojan todos ellos, un Ixtepec encerrado dentro de un México en llamas es un espacio alimentado en el desequilibrio y en la falta de armonía.
Elena Garro es la memoria. De esta primera novela de 1963, que su hija salvó de las llamas, y leo yo ahora, en estas noches de verano con tanto calor que mi ventana abierta es como la boca enorme de un algún animal muerto que no exhala aire ninguno. A veces parece que el oxígeno ha desaparecido del mundo y de una buena parte de mis pulmones, que se expanden en ramas horizontales buscando alivio en la música de Agnes Obel , que he dejado encendida en el cuarto vecino. Sólo puedo dormirme a ratos, y tengo el pelo empapado. Pero los recuerdos del porvenir arranca de cuajo un lugar y lo sostiene, mientras yo me voy sintiendo vacía de un modo agradable y ajeno.
Dicen que Elena fue la creadora antes que García Márquez del llamado realismo mágico, aunque ella despreciaba ese término y quizá sea simplemente una fabulosa heredera de la tradición barroca. Dramaturga, coreógrafa, guionista, periodista, novelista y poeta.Casada durante décadas con el icono oficial de la cultura mexicana, Octavio Paz, y enfrentada y silenciada luego por el establishment. Dicen que Paz admiró a su mujer, que no dejaba de inquietarlo y desazonarlo hasta despeñarlo al fondo del infierno. Mucho mayor fue la sima en Elena. Aunque parece que el poeta nunca dejó de apoyarla económicamente, ella hizo de su rencor un monstruo insomne. La propia autora lo reconocería antes de su muerte: «Yo vivo contra él. Todo lo que soy es contra él». Elena Garro (1916-1998) nunca encontró la paz. Hipérbole de sí misma, seductora y delirante, la vida de la más enigmática escritora mexicana del siglo XX es aún una herida abierta en México. Hablar de ella es hacerlo de quien fue el envés, obsesivo y doloroso, de Octavio Paz. Contra él vivió, contra él escribió.
La música de Agnes sigue en Spotty, mientras me protejo envuelta en el tejido fuera del tiempo de Ixtepec, y en su enorme belleza lírica. La noche se deslizaba sin cesar por la puerta abierta al jardín. En la habitación se instalaron insectos y perfumes oscuros. Un misterioso río fluía implacable y comunicaba el comedor de los Moncada con el corazón de las estrellas más remotas.
Elena Garro. Los recuerdos del porvenir. Alfaguara 2019